lunes, 12 de agosto de 2013

Responsabilidad repartida

10.08.2013 | 01:00
Esteban Gonzalo Rogel

Por doquier organismos y entidades dejan caer toda la responsabilidad en el maquinista del Alvia hacia Santiago. Ocurre en un país donde, con frecuencia, en vez de prevenir, que es más barato, se aplican las medidas de seguridad en muchos ámbitos después de una tragedia, como la ocurrida el pasado 24 de julio con el descarrilamiento de un tren Alvia híbrido en la curva de A Grandeira, en los últimos cuatro kilómetros de la línea férrea de alta velocidad entre Ourense y Santiago.
Por ello los primeros responsables son quienes dieron el visto bueno para que los trenes pasarán de 220 km a 80 km. por hora, con una raya divisoria en una hoja de ruta, similar a la que cuarenta años atrás detallaba las variaciones de velocidad máxima entre 75 y 120 km/h. de un tren Ter, y quedara solamente a la decisión del maquinista la reducción de velocidad de un convoy que a 200 km/h recorre cuatro kilómetros en menos de minuto y medio (1,36). Un tramo sin el gran apoyo del moderno gestionador ERTMS donde al maquinista, como único ocupante de la cabina de conducción, hasta la estación de Santiago sólo tenía como ayuda el viejo sistema de «hombre muerto», que activa el freno de emergencia cuando por desfallecimiento o ausencia el agente deja de pisar un pedal y no actúa tras avisos sonoros y visuales. Por ello, con la rapidez de desplazamiento en alta velocidad depende de donde esté el tren para que pase de susto a catástrofe.
Visto bueno ministerial que aceptaron, aunque no trascendió si hubo protestas, las entidades gestionadoras de vías y trenes.
No subdividieron en tramos la disminución de velocidad en la hoja de ruta ni instalaron un sistema de seguridad en la circulación de trenes que obligara a reducir la velocidad en caso de no hacerlo el maquinista por despiste u otra anomalía en los cuatro fatídicos kilómetros, y ahora, después de 79 víctimas mortales y unos 130 heridos con secuelas físicas y síquicas, han colocado el frenado automático de emergencia, incluso disminuyendo a 60 km. la velocidad máxima, un 25% menos que la indicada desde el 10 de diciembre de 2011 cuando inauguraron el tramo de alta velocidad entre Ourense y La Coruña.
El segundo responsable es el interventor, que debiendo conocer el perfil de la línea llama por teléfono al maquinista en el tramo más conflictivo para decirle que pare en Puentedeume, estación ubicada 45 km. después de La Coruña en su continuación hacia El Ferrol, para que se apeen unos viajeros. Una llamada improcedente e inoportuna, ya que para comentarlo tenía las paradas en las estaciones de Santiago y La Coruña y el tramo de 61,7 kilómetros entre ambas ciudades.
Y el tercer responsable el maquinista quien, según la normativa de Renfe, no debe atender una llamada si hay un perjuicio para la circulación. Pudo no contestar, hacerlo y responder que ya hablarían, pero también pensar si le llamaban por alguna anomalía importante de la que se había enterado el interventor y podía perjudicar a la circulación del tren. Como humano, según dijo, no acertó, pero mientras es el único que ha asumido su parte de responsabilidad.

Levante.es    También publicado en edición papel

Siete Aguas reclama mejor servicio ferroviario


13-08-2013

El pasado día 4 de este mes una nutrida representación de vecinos de Siete Aguas, villa a 50 kilómetros de Valencia, con el apoyo y colaboración de la Plataforma de Amigos del Tren Convencional, acudieron en manifestación hasta el apeadero de Adif en la línea Valencia-Utiel-Cuenca-Aranjuez, para protestar por la supresión de servicios y exigir la ejecución de mejoras en las ínstalaciones y trenes para que el tren recupere los viajeros perdidos y capte potenciales, máxime en un municipio con más de 10.000 habitantes en verano y con desplazamientos a realizar el resto del año para acudir a  compras, gestiones y visitas sanitarias y de otra índole, tanto a Valencia como a las otras poblaciones que enlaza el citado ferrocarril en sus servicios de cercanías.
Recalcaron que quieren pagar billete cuando suben al tren, y por ello protestan por la actuación de Renfe de dejar en mínimos, desde años atrás, el acompañamiento de los interventores, quedando usuarios sin pagar su viaje y pasando a ser contabilizados como "que no suben" y, si no hay pasageros.... "se quita el tren o se cierra la línea".
También, que los horarios sean acordes con las necesidades de desplazamiento de los viajeros.
Previamente ya pidieron al Ayuntamiento de la villa que acorte y mejore el vial entre el centro urbano y el apeadero.

Esteban Gonzalo